Alba pertenecía a un mundo peculiar, el suyo propio uno que se había creado a base de ver hojas caer.. cuando no encontraba salida en ninguna de las puertas que encontraba a su alrededor, cuando ni siquiera encontraba la salida de emergencia, corría y corría bosque a través.
Llegaba a lo alto de aquella colina, exhausta.. agotada con el corazón latiéndole en la sien, con ese palpitar que se metía en sus oídos rompiendo la calma que allí se vivía..
Tenía todo a sus pies, las luces de la ciudad tililaban en la distancia y allí ella se encontraba parte de algo, parte de sí misma.
Gozaba de una vista privilegiada de lo que bajo ella se extendia, se sentía libre.. por un rato libre de todo lo que la apresaba.
Entre medio del bosque atravesado, brillaba una luz por encima de las demás..tenía más intensidad que cualquiera por más lejos que se encontrara.
La luz era tan clara que podía divisar una muralla..detrás la casa, una especie de castillo viejo con su torre hasta el cielo.
Contaba la leyenda que ninfas y hadas protegían la muralla, que allí vivía un hombre, un ermitaño que voluntariamente muchos años atrás,se había encerrado herido de amor.
Alba se entretenía en dibujar el torreón, gozaba de imaginación para dibujar también los duendes que decían que allí habitaban como protección del ermitaño desconocido.
Habían sido tantas las veces que había acudido que coleccionaba los dibujos uno a uno, algunos al atardecer en tonos anaranjados, en todas las estaciones del año..
Tonos violeta al amanecer, todas las sombras y luces que sobre aquel sitio se proyectaban, ella tenía en su poder.
Se sentía en plena calma cuando podía gozar de la visión de aquel torreón misterioso.
Un lazo invisible la unía a aquel lugar.. pensó mil veces en llegar, en entregar los dibujos que había guardado a través del tiempo y quiso ir.
Quiso conocer al caballero herido que renunció a cualquier oportunidad por una herida casi mortal.
Pensaba que si llegaba, la muralla le impediría la entrada pero de todas formas ella intentaría encontrar el modo de descubrir la extraña relación que con aquel sitio la relacionaba.
Caminó en silencio días y noches, nadie había pasado por allí en muchos años, se abrió camino entre ramas secas y árboles caídos, su intención era clara y tenía que conseguirlo, al menos intentarlo..
Alba se equivocaba, no sería la muralla quien impidiera su entrada.. antes de llegar al sitio, ninfas y duendes obstacularizarían su paso.
Zarzas y espinas cortaban un camino.. nada ni nadie podría atravesarlo sin salir herido.
Miró con tristeza la muralla erguida a unos metros de ella, dibujó más de cerca cada piedra y allí donde se acababa su camino, quiso dejar todo lo que de esa casa tenía.
Depositó en el suelo con sumo cuidado todos los dibujos, a la espera de que quizás algún día el ermitaño saliera y los encontrara.
Dejó una nota que decía " yo lo intenté, intentalo tú cuando cure tu herida ".
De todas formas Alba, seguiría bordeando las zarzas, milímetro a milímetro en busca de un pequeño rayo de luz que le indicara una entrada..
Cuando todo se giraba y más sola se encontraba, acudía a los pies de los zarzales por si casualmente algún elfo se apiadaba.